Hollywood siempre ha sido considerada como la meca del cine moderno. Desde los años 40, esta pequeña ciudad de Estados Unidos, adherida casi a Los Ángeles, se ha convertido en el epicentro de una industria que sigue creciendo y creciendo. Después de tanta revolución tecnológica, de la llegada de Internet y las nuevas plataformas de streaming, el cine resiste. Y de hecho, Hollwyood también ha entrado a formar parte de esas nuevas soluciones culturales, consiguiendo expandir aún más su hegemonía. Los blockbusters se producían antes para las salas de cine, pero ahora puedes verlos en casa, tirado en el sofá, con toda la comodidad del mundo y por el mismo precio que una sola entrada. La producción audiovisual está atravesando una fase muy compleja, ya que hay mucho trabajo, pero a la vez, la calidad parece haber decaído precisamente en detrimento de la cantidad.

En una industria donde todo luce tan espectacular, las luces de la fama de Hollywood proyectan sombras que pueden llegar a ser terribles. En los últimos años, movimientos como el Times Up o el MeToo han cambiado para siempre la industria, sacando las vergüenzas de Hollywood. No es que en el cine o la televisión haya habido más casos de acoso o discriminación que en otras industrias. Sencillamente, las mujeres que empezaron a tener algo de voz en Hollywood decidieron exponer la realidad de lo que sucedía en los despachos. El caso de Harvey Weinstein, productor intocable en el negocio, es paradigmático, pero no el único. Los movimientos feministas comenzaron a tirar del hilo para mostrar la verdadera cara de una industria que necesitaba un cambio profundo. No todos los productores eran como Weinstein, eso está claro, pero es cierto que en muchos casos se aprovecharon de su posición. O sencillamente, mostraban una cara al público que no se correspondía en absoluto con cómo eran en privado. El caso de Dillon Jordan no ha sido tan sonado, pero ejemplifica muy bien cómo funciona Hollywood en la sombra. Aprovechándose de su fama como productor, Jordan utilizó su empresa audiovisual como tapadera para crear una red de prostitución de lujo en Inglaterra y Estados Unidos.

El cine español siempre ha sido diana de muchas críticas por parte de ciertos sectores de la sociedad, especialmente por las subvenciones que recibe. Como parte de la apuesta cultural no solo de España, sino de cualquier país, las películas hechas en territorio nacional cuentan con una línea directa de crédito. En la mayoría de casos, esas subvenciones se devuelven tras el estreno de la película, así que no son a fondo perdido. Sin embargo, en un país como el nuestro, con tanta polaridad en las opiniones, el cine se ha convertido en un nuevo campo de batalla ideológica. Ese mismo sector que está en contra de las subvenciones argumenta que las películas que se hacen tienen un claro sesgo, convirtiéndose poco menos que en propaganda. Además, aluden a la falta de interés del público general por estas producciones, que no suelen destacar en taquilla. Por eso, cuando hay un éxito español en cines, la noticia es aún más sorprendente. En el 2014 se produjo un fenómeno realmente curioso en nuestro cine, ya que no hubo solo un taquillazo, sino varios.

La película de comedia Ocho Apellidos Vascos, con Dani Rovira y Clara Lago, se convirtió en la producción nacional que más dinero recaudó en nuestros cines, pulverizando todos los récords. Aquel empujón también vino muy bien a otras películas patrias, aunque poco tuvieran que ver con la comedia costumbrista. El Niño, de Daniel Monzón, y La Isla Mínima, de Alberto Rodríguez, se estrenaron con apenas unos meses de diferencia, y consiguieron un enorme éxito en taquilla. Ambas también tuvieron gran presencia en la edición de los Goya del año siguiente, donde Ocho Apellidos Vascos se llevó igualmente algún galardón. Estas dos producciones tenían varios puntos en común, pero había uno que llamó especialmente la atención. La presencia de un joven andaluz, de acento marcado, cuerpo fibroso y unos ojos azules que recordaban incluso a los del mito Paul Newman. Su nombre era Jesús Castro, y en apenas unos meses se consolidó como uno de los actores con mayor potencial del país, gracias a estas dos producciones. Su carrera ha seguido en series y películas, pero ¿ha cumplido con las expectativas?  

En los años 2000, la televisión española trataba de reinventarse a través de series y productos encaminados a perfiles más diferentes. Todavía no habían llegado las plataformas de streaming, pero Internet ya comenzaba a ser un gran rival, especialmente para la atención de los más jóvenes. Youtube comenzaba a despuntar, y los canales digitales ya se habían vuelto muy populares. La mayor variedad de contenido había generado también un bajón continuado de las audiencias, en número generales. Aquellas series que marcaban tres y cuatro millones de espectadores cada semana ya solo eran un recuerdo. Todavía quedaban algunas ficciones potentes, y cada canal buscaba aprovechar bien sus bazas, pero siempre iban sobre seguro. En una época de tanto cambio, el riesgo no era precisamente lo que los productores buscaban. Cualquier serie que quisiera llegar lejos debía tener un ambiente familiar, blanco, respetuoso y caras muy conocidas y queridas en su reparto.

Sin embargo, todavía se podían encontrar algunos proyectos que apostaban por algo diferente a todo lo que se hacía hasta ese momento. Producciones que, sabiéndose de “segunda fila” en sus cadenas, podían explorar historias algo más arriesgadas. Hablar de prostitución de lujo en prime time, por ejemplo, sigue siendo muy complicado a día de hoy, cuanto más a finales de los 2000. Las cosas eran muy diferentes entonces, y el debate sobre la prostitución todavía no había llegado al punto en el que estamos actualmente. Por eso, cuando Antena 3 anunció la producción de 700 euros, la polémica no tardó en generarse. Una serie se iba a atrever a tratar el mundo de la prostitución de lujo, aparentemente sin tapujos, en horario de máxima audiencia. No era la gran apuesta de la cadena aquella temporada, ni mucho menos, y muchos la entendieron simplemente como una serie de relleno que intentaba buscar la aprobación de la crítica. Sin embargo, su efímero paso por la televisión, durante el verano de 2008, sí que dejó cosas interesantes que hoy, más de una década después, se pueden analizar con perspectiva. No muchas series se atrevían en aquel momento a hablar de estos temas, y solo por eso ya se le debe dar un voto de confianza y valentía.

El mundo de la televisión está viviendo una nueva época dorada, aunque sea más allá del propio televisor en sí. Y es que las plataformas han logrado, desde hace unos años, cambiar por completo no solo el rumbo de la industria, sino también la manera en la que los espectadores consumen el entretenimiento. Hasta hace unos años era impensable ver una temporada entera de una serie en tan solo un día, o terminar una producción completa en apenas una semana, con un maratón intenso. La libertad que nos dan las plataformas de streaming ha traído unas grandísimas ventajas. No se trata solo de ver nuestra serie favorita cuándo queramos, a nuestro ritmo, sino también de poder disfrutarla en una calidad superlativa, sin cortes ni publicidad. Y sí, hay que pagar una cuota de suscripción, pero es lo que nos costaría un par de cafés al mes, algo irrisorio.

Otra de las grandes ventajas que nos ha traído este cambio de rumbo en la industria es la ingente cantidad de series que podemos disfrutar. el volumen de producciones que están disponibles se ha multiplicado por diez, y eso significa mayor cantidad pero también mayor variedad. Las plataformas pueden apostar por series más “minoritarias” sin fijarse tanto en el éxito que tienen en la audiencia. La libertad, en muchos casos, es también mayor para los propios creadores, guionistas y directores, que se atreven con cosas nuevas que seguramente no podríamos ver en la televisión tradicional. Como series que hablan sin tapujos de la prostitución, que muestran su lado más explícito, y tienen incluso varias temporadas con un gran éxito detrás. La repercusión de estas series, que van desde el género histórico al drama pasando también por la comedia, es cada vez mayor. Llaman la atención, al menos al principio, pero a estas alturas ya nos estamos acostumbrando a ver todo tipo de producciones en estas plataformas. Eso significa que es más complicado “provocar” con una serie sobre el sexo de pago. Por si te las has perdido, aquí te dejamos las mejores producciones sobre este tema.

El pasado año, a mediados de marzo, la plataforma Disney Plus se lanzó en varios países europeos, entre ellos España, ampliando así su presencia después de estrenarse meses antes en Estados Unidos y Holanda. La llegada de la plataforma de Disney era muy esperada, ya que aunque su catálogo no podía presumir, al menos al principio, de ser realmente tan extenso como el de Netflix o Amazon Prime, lo cierto es que sus marcas comerciales, que pasaban a estar en exclusiva en la nueva plataforma, eran un reclamo demasiado importante como para dejarlo pasar. Disney ponía a disposición de sus suscriptores todo el universo Star Wars, así como las películas del Universo Cinematográfico Marvel, además de todo su propio catálogo y el de Pixar, seguramente las dos marcas de animación más importantes del planeta en estos momentos.

Disney Plus también ofrecía contenido nuevo y original, destacando la serie The Mandalorian, que se incluye dentro del universo creado por George Lucas y que supuso un auténtico fenómeno desde su estreno. En este 2021, la plataforma también ha comenzado a estrenar las series de Marvel, que forman parte del mismo universo que las películas, y la primera impresión, con Wandavisión, no ha podido ser mejor. Sin embargo, Disney no ha querido quedarse solamente ahí, sino que ha estado preparando una gran “sorpresa” para sus abonados, especialmente enfocada al público adulto. Tras la compra hace un par de años de todo el catálogo de la compañía Fox, Disney ahora ha decidido lanzarlo, en gran parte, en una  marca especial dentro de Disney Plus. Así es como surge Star, una sección interesantísima dentro de este servicio de streaming, donde encontramos desde series clásicas hasta películas de gran éxito, así como producciones propias que se empezarán a ver a partir de este mismo año.

Publicado en 1977, El Resplandor se convirtió en el tercer libro de Stephen King, que por entonces ya empezaba a destacar como uno de los aspirantes al trono de rey del terror, algo que cuatro décadas después hemos podido comprobar que sigue manteniendo. El de Maine tejió una historia absolutamente aterradora sobre la locura que puede acontecer en entornos aislados, como el que protagoniza el libro. El Hotel Overlook, basado en un hotel real de Estados Unidos, tenía fama de estar encantado, pero eso no es óbice para que Jack, un escritor bloqueado, decida irse allí con su mujer y su hijo Danny, para cuidar el establecimiento durante el invierno, cuando permanece cerrado. Evidentemente, aquello no acabará bien, y Jack comenzará poco a poco a perder la cabeza.

Tanto el libro como la adaptación al cine que poco después estrenó Stanley Kubric y que tan poco gustó a King son hoy por hoy tomadas como auténticas obras de culto. Tanto es así que actualmente todavía se siguen dando historias en torno al Overlook. Hace unos años, King volvió por sus fueros gracias a Doctor Sueño, la secuela directa de su libro, que también sería adaptada al cine hace poco, con Ewan McGregor tomando el papel de un Danny ya mayor y completamente traumatizado, sin querer utilizar su don. Ahora se ha sabido que HBO Max está preparando también una serie de televisión que ahonde en los múltiples y tenebrosos misterios que todavía guarda el Overlook, con Bad Robot, la productora de J.J. Abrams, encargándose del proyecto.

Las plataformas de streaming se están convirtiendo en el nuevo centro de poder audiovisual, hasta el punto de reclutar a los mejores actores, guionistas y directores de Hollywood para crear contenido exclusivo para ellas. Netflix, HBO y Amazon, por encima del resto de plataformas, están demostrando que van a apostar fuerte por este tipo de servicios de series y películas online a través de suscripción, y muchos de sus productos ya se han convertido en auténtica historia de la televisión, o del medio audiovisual, si lo queremos entender así. Juego de Tronos ha marcado un punto de inflexión a la hora de hacer series, Stranger Things y La Casa de Papel se han colado de lleno en el imaginario social y cultural de esta época, y parece que esto no ha hecho más que empezar.

Una de las primeras en estar aquí, en este negocio, es HBO, que lleva años como servicio de televisión por cable en Estados Unidos, creando contenido original ya desde los años 90, con series de muchísima calidad y apostando siempre por productos adelantados a su tiempo, desde Los Soprano a The Wire. Esa es la misma filosofía que sigue en su aventura en el streaming, produciendo multitud de series, de todos los géneros imaginables, pero siempre buscando la excelencia, dando la oportunidad a los guionistas y directores de trabajar con libertad para crear proyectos que sean únicos y originales de verdad. Así lo han hecho con el británico Alex Garland, la esperanza de la ciencia ficción actual, junto al también genial Denis Villeneuve. Su serie para Hulu, que también ha comprado HBO, se llama Devs y está dando mucho que hablar.

«He tenido mucho tiempo para pensar sobre nuestra historia sangrienta, sobre todos los errores que hemos cometido. ¿Qué une a la gente? ¿Ejércitos? ¿Oro? ¿Banderas? No, historia. No hay nada más poderoso en el mundo que una buena historia. Nada puede pararla. Ningún enemigo puede derrotarla. ¿Y quién tiene una mejor historia que Bran ‘El Tullido’? El niño que cayó de una torre alta y sobrevivió. Sabía que no podría volver a andar así que aprendió a volar. Él es nuestra memoria. El que guarda todas nuestras historias. Las guerras, las bodas, los nacimientos, las masacres, las hambrunas, los triunfos y las derrotas. Nuestro pasado. ¿Quién mejor que él para liderarnos en el futuro?» Con este discurso Tyrion Lannister (el querido personaje interpretado de forma magistral por el actor Peter Dinklade) marcaba el camino hacia su final a una de las series más famosas no sólo de la actualidad, sino de toda la historia televisiva.

‘Juego de Tronos’ mantuvo en vilo a cientos de miles de personas gracias a sus increíbles historias y a sus carismáticos personajes. Pero como todo lo bueno, al final tuvo que llegar a su fin. Sin embargo, el jugo que podía sacarse al universo creado por George R.R. Martin abría cientos de posibilidades de nuevas historias, y la llegada de nuevas series relacionadas con ‘Juego de Tronos’ era cuestión de tiempo. Así fue como se anunció Bloodmoon, un nuevo spin-off que transcurre en el mismo universo pero que nos contará historias totalmente diferentes a las que estábamos acostumbrados con ‘Juego de Tronos’.

Cuando uno está viendo una serie logra adentrarse por completo dentro de ella. Los problemas de los protagonistas son tus problemas, sus inquietudes, sus dramas, sus alegrías y sus logros forman parte de tu vida.

Cada paso que los personajes dan, tú los das con ellos, te sientes partícipe y, durante el tiempo que estás delante de la pantalla eres capaz de ponerte en su piel y sentirte por un momento como si fueras tú el que realizara todas sus acciones.

El problema llega cuando alguien que también está viendo la serie y que va más adelantado que tú te cuenta parte de la trama, fastidiándote el desenlace final o una parte que para ti era muy importante y que hubieras preferido ver en el momento exacto, y no enterarte de cualquier manera.

Eso, conocido como spoilers, es todo un mal para los aficionados a las series y, en los casos más extremos pueden desencadenar olas de violencia por parte de quienes los han sufrido que, enfadados tras haber perdido la emoción que la serie les estaba aportando, pueden incluso llegar a pegar o incluso asesinar a quienes les han desvelado la trama.

Es indiscutible que entre Netflix y las series basadas en comics existe una fecunda relación de amor. Un gran flechazo.
A las ficciones basadas en el mundo Marvel como Daredevill, Jessica Jones, Lucas Cage, Iron Fist, The Punisher y The Defenders, hay que añadir otras que, aunque no fueron producidas por la compañía norteamericana, por las pantallas de la plataforma pasan o han pasado producciones inspiradas en otros libretos de cómics como Arrow, Ghotam o la incombustible The Walking Dead.
El nuevo pelotazo creativo de Netflix ha sido la incorporación a su parrilla de la serie The Umbrella Academy que, a juzgar por el número de veces vista, está arrasando en la plataforma de vídeo bajo demanda.
Lo primero que llama la atención de The Umbrella Academy es que desprende un indiscutible aroma a Netflix. Si la viéramos en cualquier cadena generalista o en el cine sin los créditos que certifican su origen, aun así sabríamos que esta serie está facturada por la Netflix.
Su estética impecable, la iluminación nocturna con sus luces mortecinas y las calles semi desiertas, los interiores cuidados, la excelente fotografía y los guiones pensados para atrapar al espectador a base de ritmo, tramas y cambios de guion, todo ello lleva el sello de Netflix.